Los ojos, situados en ambos lados de la cabeza, son grandes y saltones y le dan una buena visión integral desde su gran altura. Puede distinguir colores y sus sentidos del oído y olor también son agudos. Para protegerse contra las tormentas de arena y las hormigas, puede cerrar sus orificios nasales musculares .
El labio superior también es prensil y se utiliza durante la recolección de follaje. Los labios, la lengua y el interior de la boca son cubiertos de papilas (es una zona circular situada en el centro de la retina, por donde salen del ojo los axones de las células ganglionares de la retina que forman el nervio óptico) que dan protección contra las espinas.
El pelaje tiene parches o manchas oscuras —que pueden ser de color naranja, castaño, marrón o casi negro — separados por pelo claro, generalmente de color blanco o crema. Los machos se vuelven más oscuros a medida que envejecen. El patrón del pelaje sirve como camuflaje, ya que se integre con los patrones de luz y sombra de los bosques de sabana.
La piel de una jirafa es mayormente gris. También es gruesa y permite desplazarse por bosques de arbustos espinosos sin lastimarse. El pelaje puede servir como una defensa química, dado que los repelentes de parásitos que contiene dan al animal un olor característico. La cola mide un metro y termina en un largo mechón de pelo oscuro que sirve como defensa contra los insectos.
La jirafa tiene un cuello muy alargado que puede alcanzar hasta 2 m de longitud y que representa la mayor parte de la altura vertical del animal. El alargamiento del cuello ocurre principalmente después del nacimiento, ya que las hembras tendrían dificultades de dar a luz a crías con las mismas proporciones del cuello que las jirafas adultas.
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